jueves. 24.04.2025
Tercera entrega

Periodista que denunció acoso sexual huyó de El Salvador

El moviminto “Me Too” y su efecto dominó en España, Argentina y Francia, empezaron a crear conciencia entre las mujeres sobre la importancia de romper el silencio y denunciar el acoso sexual.
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En 2017, en Estados Unidos, las acusaciones de acoso sexual que hicieron 70 mujeres en contra del productor de Hollywood, Harvey Weinstein, estremecieron a la sociedad estadounidense. Además, otras acusaciones, de este tipo, alcanzaron a  prominentes personajes que por mucho tiempo se consideraron intocables por las posiciones de poder que ostentaban.

En consecuencia, “Me Too” y su efecto dominó en España, Argentina y Francia, empezaron a crear conciencia entre las mujeres sobre la importancia de romper el silencio y denunciar a sus agresores.

Sin embargo, en El Salvador, dos periodistas que denunciaron el acoso sexual que sufrían en un canal de televisión, les marcó la vida. Ambas, decepcionadas, desistieron de continuar con el proceso formal porque no fueron escuchadas por las autoridades salvadoreñas. Una de ellas tuvo que abandonar el país por amenazas y dos intentos de suicidio. 

“Sí denuncié, pero no me tomaron importancia. Fui a la Fiscalía de forma anónima y al Ministerio de Trabajo, ahí me identifiqué y dije que ese señor (Roberto Hugo Preza) me estaba acosando y me dijeron que iban a supervisar”, dice María, una de las periodistas que compartió su testimonio durante la investigación que realizó Voz de la Diáspora entre febrero y octubre de este año y que tras las denuncias tuvo que huir de El Salvador por una serie de eventos que le hicieron temer por su vida.

María me dijo que fue acosada por el director del canal donde trabajaba. También dijo, que mientras esto sucedía y ella se negaba a las insinuaciones, fue abordada por pandilleros, en una de las escenas violentas a las que el mismo director al que denuncia, la enviaba a dar cobertura periodística.

“Los pandilleros me pararon una vez y me preguntaron que “qué tal el canal” y me decían “ya sabemos en dónde trabajas”... también me dijeron, que a las que se la pican como yo les toca igual que a Chorrito, el compañero camarógrafo asesinado. Ellos sabían que yo trabajaba en un medio de comunicación”, dice la periodista.

Atemorizada, María informó en el canal lo que había sucedido y además, le hizo saber a su jefe, Roberto Hugo Preza, que los pandilleros la habían abordado. La respuesta que María recibió de él, la estremeció de pavor.

“El me dijo: “yo puedo hablar con el cabecilla de ellos para que no te hostiguen. Yo tengo contacto con los meros, meros de ahí y puedo hablar con ellos, pero como te digo, todo tiene un precio”... Yo tenía miedo, pero así dando mi dignidad a cambio no quería resolver las cosas”, continúa la periodista.

Casi al mismo tiempo, el estrés que le provocó el acoso sexual, la angustia que le daba cada vez que Preza la enviaba a una cobertura en una zona de pandillas y la recarga laboral, que María dice era producto de su negación a las insinuaciones, le pasaron factura y le provocaron una crisis nerviosa.

Intimidación en el hospital

“Todo esto me afectó mucho. Me estaba desequilibrado mentalmente, no quería ir a trabajar, le tenía miedo a él, no quería pasar por su oficina para que no me llamara… tenía miedo… miedo. Tenía temor de que me amenazara; y muchas veces, cuando estaba de mal humor me llamaba y me asignaba cosas extras. Era un pánico el que sentía de que me llamara a su oficina”, me dice la periodistas con la voz entrecortada.

El miedo que María tenía, estaba fundamentado y era el mismo miedo que sentían Selena y Juan Carlos, los otros dos periodistas entrevistados durante este investigación. Pues, “él alardeaba de los contactos que tenía, o bueno los que decía que tenía, en la fiscalía y la policía. No sé si lo hacía por intimidar o si ese era el mundo el que se mueve entre personas corruptas”, me afirmó.

Su salud estaba quebrantada. María fue al hospital general y de ahí, por su condición, la remitieron al Policlínico Arce, del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), donde los médicos tratan padecimientos relacionados con el deterioro de la salud mental, como la depresión, o la ansiedad causados por situaciones extremas de estrés.

“Cuando fui a la consulta yo andaba mal. Andaba temblorosa, los médicos me dijeron que tenía taquicardia, andaba totalmente mal. Cuando pasé con la psiquiatra, empecé a llorar y no paraba de llorar… entonces le conté por qué me sentía así y empecé a llorar mucho, le dije que no aguantaba lo que estaba pasando y que tenía ganas de salir corriendo y de huir, porque ese señor me acosaba. Le dije que no era justo que personas como ese señor se aprovecharan de otras personas por su necesidad de trabajar…” me dijo la periodista.

La periodista pasó 24 días en el hospital por esta crisis. Sin embargo, su calvario no había terminado. Una semana después de haber sido ingresada en el centro asistencial, el director de noticias, el mismo al que denuncia María de acoso sexual, llegó a visitarla junto con la jefe de 

Recursos Humanos del canal

“Fue sorpresa para mí verlos a los dos. La señora Xiomara llegó al hospital con este señor (Hugo Preza). Ella me dio palabras de aliento, ese señor me dio miedo… y como que si no había hecho nada, se acercó a decirme que él sabía que Vanda Pignato (la exprimera dama) estaba en el hospital y me pidió que hablara con ella, que me hiciera amiga de ella, para sacarle información, para que después se la pasara a él… Yo les dije en el hospital que esa visita no me fue grata y que no quería volver a ver a ese señor”.

María continúa: “Yo me sentí fatal ese día. Sabiendo que la situación era por lo que pasé con él ahí en el canal, llegó al hospital”. Cuando salió del hospital y se reincorporó a su trabajo el acoso sexual cesó por un tiempo. Sin embargo, “después de un mes volvió a ser lo mismo. Me dijo una vez, que él podía pagarme un apartamento a mí y a mi hijo para que no me matara tanto, yo estaba cansada de eso…”

Intimidación en el exilio

Estando en el hospital, varias funcionarias del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer (ISDEMU), que visitaban a la exprimera dama, se enteraron del caso de María y la abordaron. 

“ISDEMU me tomó una declaración, cuando llegaron al hospital. Me dijeron que pusiera una denuncia formal y no anónima y que ellas me acompañarían, pero yo tenía miedo y ya no hablé más con ellas, porque ya había denunciado y no me prestaron interés”, me responde la periodista, cuando le pregunté si la institución había seguido su caso.

En efecto, la exdirectora del ISDEMU, Yanira Argueta, me confirmó que recibieron la declaración de la periodista y además, que corroboraron la razón por la que estaba en el hospital. Pero también me explicó, que sin una denuncia formal de las víctimas, la institución está de manos atadas a la hora de actuar formalmente en este tipo de casos.

Después de esto, María desapareció y no se comunicó ni con el ISDEMU, ni con sus contactos, habló con el periodista de Audiovisuales de la UCA, David Pérez, para compartir su testimonio y al enterarse que el material no sería publicado, perdió las esperanzas de ser protegida y desistió de buscar ayuda o asistencia legal.

Meses después tomó la decisión de huir del país. Pero el hombre al que ella señala como su acosador, el que la causó traumas y miedo no la dejó en paz. “Tenía como cinco días de haber llegado a donde estoy y él se comunicó conmigo. Me dijo “señora, cómo está, a dónde está?”. También me dijo que si necesitaba algo, que él tenía contactos en otros países”.

Antes de terminar la conversación le pregunto a María, qué siente ahora que está lejos y que ha contado todo lo que pasó y ella me responde: “Tengo miedo. Tengo miedo, por mi familia, me preocupo mucho, me pongo mal de pensar que algo les pueda pasar porque conté todo lo que pasaba. Pero también creo que las mujeres tenemos que unirnos y denunciar”.

De acuerdo a Sara García, activista feminista, la sociedad de su país, es “una sociedad que alienta la impunidad” y que privilegia a los agresores de mujeres. Por esto, no hay una cultura de denuncia ante casos de acoso sexual y las pocas denuncias que se interponen no llegan al término de los procesos judiciales.

“La justicia patriarcal hace que las mujeres no tengamos confianza en un sistema que nos culpabiliza. Pasa también, que en el proceso las mujeres pueden enfrentar coacción, violencia, amenazas y lo hemos visto recientemente en el caso del magistrado Escalante, en donde la mamá y su hija tuvieron que salir del país”, apuntó la activista al ser cuestionada sobre las razones de por qué las mujeres no denuncian el acoso sexual.

Periodista que denunció acoso sexual huyó de El Salvador